El Ahorro, igual a la Inversión

Con esta contundente tesis, fuimos recibidos por el profesor de las primeras clases de Finanzas en la facultad de Administración de Empresas. Y lo importante, iniciados en tal credo por cinco años consecutivos tiempo que dura la carrera.

Sería simplemente anecdótico si recordáramos luego el concepto en la vida profesional pero desafortunadamente no ocurre tal cosa, no solo para quienes lo hemos estudiado sino para grandes ejecutivos y empresarios, los cuales, a sabiendas, asumen que pueden trabajar y triunfar cerrando los ojos a ratos o simplemente mirando para otro lado.

Una empresa (o país) son solventes o ricos únicamente en la medida que ahorren, siempre que dicho esfuerzo se encamine a labores productivas y mover fuerzas económicas circundantes. Por eso es tan inútil guardar dinero efectivo bajo el colchón o en la caja fuerte, como a nivel del país gastarlo en actividades no generadoras de nueva riqueza; o quizás incurrir en obras suntuarias, viajes innecesarios que alimenten burocracia, favoritismo, construir puentes donde no haya ríos (ha sucedido mas de una vez), inaugurar bibliotecas extravagantes en pequeñas poblaciones con carencias de todo orden; erigir (o hacerse construir) bustos a dirigentes políticos todavía vivos, etc. La lista no termina.

Decíamos que la otra cara de la moneda -o significado financiero- de ahorrar es invertir, porque cuando ponemos a trabajar excedentes de capital o de utilidades (para el caso da lo mismo) es momento de fortalecer unidades económicas generando empleo, desarrollando actividades agrícolas o pecuarias e incrementando posibilidades de innovar tecnológicamente. Porque en un ambiente de liquidez es fácil realizar labores de investigación y desarrollo; en uno de escasez sería utópico.

Un colateral positivo del efecto del ahorro sobre la población es su progreso general, incluidas manifestaciones culturales. Así como en todas las épocas las civilizaciones tuvieron su apogeo en momentos de alto nivel económico, igual sucede hoy sin que quiera decir que el arte solo sea grandioso cuando la economía lo fuere. La genialidad como tal es independiente del ciclo económico y aquí hablamos de tendencias generales, cantidad de proyectos, dinero a invertir en ciencia o investigación & desarrollo, institutos y universidades, museos, arquitectura de las ciudades, urbanismo, equidad social; en suma, el conjunto de instituciones y actividades que conducen al bienestar colectivo.

Para la empresa como organismo vivo y dinámico -y por extensión la vida personal del ejecutivo- el símil es replicable. Cuando se ahorran excedentes para el futuro o se invierte mesuradamente el resultado es apreciable por mucho que el factor riesgo juegue un papel. Es decir, preferible el riesgo moderado en los negocios que el gasto superfluo en aquello que en realidad sobra y que adquirimos por ego, ansias de poder, revanchismo o excentricidad.

Conste que hablamos de tener cómo y con qué ahorrar para invertir ya que otra cosa seria si no fuere dable, bien por iliquidez, malos negocios, requerimientos de capital, bancarrotas o similares. Hablamos de vacas gordas y no de las otras pues nadie puede aportar lo que no tiene.

En otro orden, impacta observar la rapidez con que lo anterior se echa al cesto del olvido por parte de individuos -o sociedades- capaces, que con igual velocidad generan recursos al tiempo que los despilfarran llevando empresas o países a la ruina. Nada mas difícil que concientizar al antiguo pobre que guarde para luego. Lo advertimos en deportistas, cantantes, políticos brillantes, escritores, artistas, herederos sin formación, adolescentes poco instruidos pero de familias pudientes; y por supuesto empresarios.

Resulta complejo ahorrar hoy cuando tal decisión implica privarse del vehículo soñado o aplazar el crucero ansiado desde joven o construir la casa de los sueños. Pero nada mas recompensador que al pasar los años nos felicitemos de haber resistido tentaciones al contemplar la empresa ampliada, la partida del hijo a la Universidad financiada -fruto de aquel guardar- o el buen retiro de estupendos planeadores.

Y hablando de planeación, saludable reconocer en ella a una aburrida pero fabulosa socia en asuntos económicos tan densos a veces. Contar con su participación "ahorrará" dolores de cabeza e impedirá "inversiones" en aspirinas.