La Memoria: Eléctrica o Química

Sabido es de todos que el cerebro humano tiene tres capas o divisiones internas con las cuales trabaja.

La más profunda es la llamada el cerebro “primitivo”, donde se encuentran los instintos básicos del hombre tales como supervivencia, reproducción y signos vitales, es decir, aquellas que lo asemejan a los animales y campo de trabajo de antropólogos. Otros estudiosos lo llaman también el cerebro “reptil” (porque provenimos de ellos). La segunda, el sistema “límbico” en donde están la coordinación de movimientos, sistema nervioso y control muscular; Y la tercera, la corteza cerebral o neo-corteza con sus dos hemisferios, derecho e izquierdo, responsables del razonamiento abstracto el uno y la creatividad e intuición el otro.

Un solo párrafo para situarnos en contexto. El estudio a fondo pertenece por derecho propio a sicólogos, sociólogos, siquiatras, biólogos, fisiólogos y antropólogos. Nuestro objetivo es distinto.

En la misma línea, dentro de la corteza cerebral se encuentra la memoria o facultad de recordar eventos nuevos y viejos, llamada por los neófitos memoria cercana (hechos recientes ) y lejana ( alejados en el tiempo). A su vez puede clasificarse de varias maneras y una muy conocida es: la memoria visual (o fotográfica); la auditiva (evoca por los sonidos) y la sensorial o kinestésica (por el tacto). Estos estadios son la base de nuestro mensaje, cuya finalidad es reflejarnos como clientes ante influencias externas apoyados en las funciones cerebrales.

Además de las formas en las que se manifiesta la memoria, existen otras divisiones, clasificaciones o componentes menos claros y poco publicitados como son los sistemas eléctrico y químico de la recordación. Ambas la influencian y participan de las evocaciones en distinta medida.

La “memoria eléctrica” filtra los eventos de tal suerte que conserva solo los más importantes para ella y descarta o archiva los demás particularmente durante el sueño. Tiene una función de protección y olvida lo más rápido posible los muchos sucesos que acontecen a cualquier individuo en un día, semana, mes y año cualquiera. Si la memoria eléctrica no existiese nos volveríamos locos porque nuestro cerebro explotaría -literalmente- con demasiada información no filtrada. Para eso está la “memoria química” (o el componente químico de la memoria, para decirlo de forma precisa y respetando los fueros de los profesionales del ramo).

Esta memoria química va “tomando nota” por decirlo coloquialmente, de eventos que considera trascendentales para recordar situaciones o vivencias que más tarde puedan ser de interés para el cerebro como un todo. Usualmente lo hace poco a poco, con pasos sucesivos y cada cierto tiempo tiende a olvidar de nuevo. Es la puerta por donde entran -o salen- hábitos, la publicidad, la repetición, disciplina y las costumbres. Hay que traspasar ese umbral para que un hecho, imagen o suceso se fije totalmente en la memoria.

Y que tiene que ver esto con nuestro interés por la tecnología, computadores, palms, Iphone e internet? Que sepamos, todo.

Cuando aprendemos a manejar computadores y creemos tenerlo dominado nos vamos de vacaciones y nos alejamos tan solo tres semanas de la máquina. Al volver nos sentamos frente a ella -seguros de saber- y a los tres minutos percibimos que olvidamos un porcentaje importante de los comandos del software. ¿Le suena familiar?

Cuando nos entregan un dato de vida o muerte lo memorizamos, estando convencidos de no perderlo y al cabo de doce horas nos preguntan por el mismo sin poderlo recordar exactamente: ¿algún parecido con situaciones vividas?

Cuando leemos o estudiamos algo interesante en el internet, revista o periódico (oferta, programa o consejo) nos proponemos recordarlo sin necesidad de escribir, para tomar conciencia a los tres días que lo leímos mas no evocamos bien los detalles ni captamos con precisión para qué lo necesitábamos.

En los tres eventos están lo eléctrico y lo químico trabajando al unísono; cada uno haciendo su respectivo trabajo para la memoria.

De otro lado, si los expertos de internet nos dicen que se necesita recibir entre cinco y siete veces un Newsletter o invitación a ver un sitio web para que logre un efecto concreto, es porque aquél es el lapso en que el sistema eléctrico da paso al químico y el mensaje se fije fuertemente en la memoria principal.

De manera que entendiendo el proceso dejaremos de culpar (o auto incriminarnos) a aquellos a quienes hemos pedido nos dupliquen las ventas con un único mensaje de correo electrónico, por espectacular que luzca.

Ramiro Henriquez
Miami, Florida