¿Gratis por Internet? Piense otra vez.

A todos nos agrada que nos regalen y si es por estar sentados frente a una computadora o andar navegando más todavía. Por eso, los obsequios a través del internet son tan populares pero también fuente de tropiezos y problemas.

Los norteamericanos dicen con razón que, “no hay almuerzo gratis” en alusión a que en materia de mercadeo lo gratuito no es más que el incentivo anticipado para recoger frutos mañana. Y en consecuencia, internet no es la excepción.

Cuando recibimos vía e-mail notificación que una vez enviados una serie de correos (usualmente de ocho a diez contactos) tendremos acceso a celulares gratis, computadores, cámaras fotográficas, viajes o equipos electrónicos, solemos ser presa fácil de la emoción que implica el regalo de un desconocido. Y prestamente reenviamos uno y otro correo con la esperanza de recibir el obsequio lo cual rara vez acontece.

Detrás de todo el juego está la maquinaria de mercadeo que mueve a la inmensa mayoría de estas empresas. Y aun aceptando en gracia de discusión que esos artefactos fuesen en verdad gratuitos y llegaren a su destino, la probabilidad indica que uno de cada mil lo recibe pero los otros 999 habrán dejado una valiosa base datos para empresas que los persiguen y luego venden.

El asunto funciona así:

Estas compañías son subcontratadas por otras más grandes, con el único objetivo de conseguir información confiable (primordialmente, nombres y direcciones reales de correo), para lo cual crean los concursos. En un segundo paso, venden estas bases de datos a las empresas solicitantes sabiendo que las direcciones de correo pertenecen a personas físicas ( no a robot computarizados) con quienes hacer campañas de mercadeo, enviar mensajes no autorizados, proponer ofertas de negocios, hacer telemercadeo y en dos palabras, realizar ventas masivas e invasivas.

Excepción aparte merecen las compañías (serias por cierto) que obsequian software o similares sin compromisos, o libros electrónicos, protectores de pantalla, albums de fotos, música, grandes buzones o correos gratuitos pero con un mensaje claro y de buena fe, cual es: Obsequiamos esto pero nuestras mejores versiones deberán ser pagadas bajo estos parámetros y costos. Mercadeo absolutamente leal.

Retomando el tema que nos ocupa, no hay que extrañarse si recibimos permanentemente correos de personas o empresas de quienes sabemos nunca hemos tenido relación alguna ni jamás les hemos entregado información. Fue que en el pasado alguna vez lo hicimos en forma indirecta sin caer en la cuenta; de manera que mejor no quejarse.

Otra modalidad (más peligrosa aun ) es el fraude a través del internet, para lo cual las bases de datos son fichas fundamentales y a través de ella los “hackers” o piratas informáticos pueden tener acceso a tarjetas de crédito, números de seguro social, direcciones privadas, teléfonos y celulares. Bastará que el receptor del supuesto premio reciba un e-mail en donde le soliciten su S.S. y un número de tarjeta de crédito o cuenta de banco para -supuestamente- remitirle el premio a la mayor brevedad. Miles caen en la trampa.

Resumiendo, detrás del andamiaje de premios y regalos se puede esconder en el peor de los casos un gran engaño; en el mejor, entregar información nuestra a cambio de un obsequio que por probabilidades en la práctica jamás se dá; o en mínima medida, una empresa seria con la cual hacer negocios lícitos.

Mejor cuidarse, ya que en internet nunca se sabe si estamos frente a la buena fe o chateando con estafadores profesionales. Ninguna precaución sobra.

Ramiro Henriquez
Miami, Florida