El Gerente Todero

La Gerencia de empresas, en cuanto institución, es un concepto relativamente reciente en el ámbito del desarrollo económico. Fue a mediados del siglo XX cuando Peter Drucker, a la sazón asesor de empresas austríaco, residenciado en Inglaterra y posteriormente en Estados Unidos, quien primero estudió la gerencia como actividad autónoma e independiente de las demás áreas del organigrama.

Hasta entonces, la confusión existente acerca del trabajo gerencial era enorme dada la indefinición de actividades, la nula o -en contraposición- a veces excesiva delegación de autoridad, la mezcla desordenada entre operaciones y estrategias; o casos afines los cuales impedían la buena marcha de las actividades.

A medida que transcurrieron años y con ellos los éxitos o fracasos de empresas y ejecutivos, se fue abriendo paso la actividad gerencial per se y se clarificó la necesidad de organismos de apoyo indirecto pero suficientemente cercanos para observar detalles internos, estrategias, políticas, diversificaciones, etc y es cuando irrumpe la Junta de Directores con dos funciones básicas: la de apoyar y brindar consejo al ejecutivo líder y asimismo, ser órgano de control de su proceder. Los asesores de gerencia aparecieron después, en una tercera y mas moderna fase producto de la complejidad de las decisiones.

Al ejecutivo joven de nuestros días, podría parecer que dichos cargos estuvieron allí desde tiempos inmemoriales cuando la realidad es que no superan los setenta (70) años y extrapolando, desconocemos que depararán los próximos setenta. Lo único seguro es que serán distintos. A su favor los gerentes nóveles disponen de tecnología, globalización, especialización, multilinguismo e interconexión entre los mercados.

Bajo esta lupa, observamos hoy -entre docenas de clasificaciones que suelen hacerse- dos perfiles de gerentes: el primero, acostumbrado al trabajo en equipo, altamente especializado, en ocasiones con vastos conocimientos de una o dos áreas pero menos de las demás y el segundo, habituado a la totalidad de la operación y para quien, literalmente, no se mueve una aguja en la empresa (la considera su hija) sin que él o ella desconozcan lo mínimo o emitan órdenes para modificarlo. Trabaja lejos de la administración científica y cerca al aforismo norteamericano de: "aprendiz de todo; maestro de nada".

Para los ubicados en el primer caso las posibilidades de crecer en el campo ejecutivo son superiores que en el segundo, pues no existe forma mas explícita de impedir el progreso que situarse en el centro de las comunicaciones internas (típico del segundo perfil) con lo cual se está enterado de lo mínimo pero el avance de la empresa como bloque es lento, improductivo, sin contar el elevado desgaste físico-emocional del dirigente.

Siguiendo este orden, resulta sencillo convertirse en un "Gerente todero" en cualquier organización, pero en particular en las micro, pequeñas y medianas empresas -frecuentemente familiares-, las de un solo propietario o en sociedades de hecho.

De otra parte, el costo humano y financiero de estar en todas es excesivamente alto; y en un porcentaje apreciable se condena a la empresa a desaparecer luego de la muerte, retiro o senilidad de su omnipresente Director. Son aquellas compañías que no pueden continuar al ser incapaces de reemplazar al ejecutivo principal, básicamente porque nadie mas sabe por donde transitan los hilos con que manejar la operación.

Y por excelente que sea el ejecutivo (hay ejemplos de sujetos sencillamente excepcionales), nadie resiste el paso del tiempo, ni el cansancio físico, ni la sobrecarga de información, ni el estrés acumulado que a la larga produce el ser cada mañana El Doctor Solución.

Le iría mejor al todero si refrenase sus ímpetus y meditase un instante en qué clase de compañía quiere, si una que transcienda su existencia pero luego reconocida gracias a su visión, tenacidad, sentido de los negocios e innovación o mas bien otra del montón, de aquellas que no sobrepasan la primera generación y se constituyen simplemente en esfuerzo valioso del fundador pero que no marca la sociedad para nuevos tiempos.

Otro consejo importante para gerentes jóvenes (fueren propietarios o no de sus empresas ), es que los primeros años del ejercicio profesional son vitales para establecer patrones de comportamiento y modos de gerenciar ya que al habituarse a un modus operandi (excepción hecha de crisis o traumatismos), es duro regresar al punto desde el cual replantar un estilo de mando.

No hay que esperar a que falten pocos años -o meses- para el retiro y reflexionar en lo que viene si se quiere un futuro. Preferible pensar en lo que encontrarán quienes tomen las riendas hoy y no mañana. Porque el porvenir será de aquellos novatos y no nuestro.

Llegados a este punto, sobrevuelan las preguntas del millón de dólares:

¿Mi perfil encaja en el del gerente todero? ¿puede la empresa sobrevivir si mi? de ser así, ¿qué herramientas adecuadas dejaré a mis sucesores para que triunfen?