Cuando el Arado Labra un Software


La Lógica, esa maravillosa (lo es) invención griega, ha sido la filosofía responsable del modo de pensar occidental a lo largo de milenios. Lo deductivo, inductivo, causa, efecto, acción, reacción, postulados, silogismos y otras tantas estructuras del pensamiento racional permean nuestra síquis a tal grado que cuesta trabajo concebirlo de modo diferente.

Pero que existen otras formas de pensar, sin duda alguna.

Experimentos como el de Edward de Buono con su teoría del "pensamiento lateral" (conceptualizar de modo nó lógico), son valiosos aportes a un mundo necesitado de aceptar que existen otras vías para organizar las mentes; y de paso entender lo que nos rodea o realizar tareas simples o complejas.

Si repasamos la historia, pensadores geniales han abordado el tema y desarrollado teorías completas, pero a decir verdad, en su tiempo fueron -antes que aplaudidos- duramente vilipendiados por sus conciudadanos; otros, acabaron marginados (mas de uno conducido a la hoguera), empobrecidos y sin credibilidad, hasta decenios después cuando se reconocieron sus méritos.

Desde Heráclito (con su inmortal "todo está relacionado con todo"), a Leonardo da Vinci ("los hechos de la vida son iguales y distintos al tiempo"), a Friedrich Engels ("la dialéctica como lucha de contrarios"), a Ludwig Von Bertalanffy (y su "Teoría General de Sistemas", la cual a propósito no versa sobre computadoras), a Max Wertheimer ("teoría sicológica de la Gestalt" o interrelación entre formas, partes y conjuntos), a Joseph Schumpeter ("la destrucción creativa", precursora de la innovación) y muchos otros, apuntan a lo mismo: la dinámica entre el todo y las partes, del espíritu con la materia, del pasado con el presente y futuro, del mundo y sus opuestos como sistema único, interconectado.

De otro lado, planteábamos en pasado escrito que el hombre de la sociedad del conocimiento o post capitalista guarda algunas semejanzas con el del Renacimiento, quien por hacerse consciente de la totalidad circundante se interesaba por ella mediante extensos estudios y habilidades, cultivando las ciencias y las artes (incluído por supuesto el arte de la guerra), la política y la administración. El hecho de aceptar la fusión de las partes ayudó al renacentista como impulsa hoy al hombre moderno a sobrevivir y en los mejores casos triunfar.

¿Que tiene eso que ver con el mundo ejecutivo, el de la sociedad del IPad, el del futuro? Todo.

No hablamos únicamente de la Gerencia ni de los máximos jerarcas sino que abarca el alto, medio o bajo ejecutivo; o al joven recién egresado. En pos de entender y sobretodo aprehender la interacción del puesto de trabajo con cualquier asunto que ocurra en la compañía; para asumir como hecho cierto la creciente retroalimentación entre distintos departamentos; o las divisiones y subdivisiones de sus nichos de mercados; o administrar la multiplicidad de tareas ejecutivas; o los dos o mas idiomas que deben dominarse para escalar la pirámide empresarial; o el reporte diario, semanal o mensual a jefes diferentes, algunos domiciliados en otros países o en un servidor de internet; o el dominio de la tecnología empresarial; o proyectos que mezclen lo intelectual con lo pragmático. La lista se extiende.

Pretender hoy día mantener aislados los componentes de un mundo integral es utópico. Asimismo, negarse a la evidencia -como nos lo enseña el avestruz; en particular los avestruces muertos- es un error que suele pagarse con estancamiento laboral, rutina destructiva o el abrupto retiro del cargo. No basta captar el proceso de cambio como permanente, sino asumir dicha realidad de forma positiva para actuar con sapiencia en cuanto acometamos como humanos.

Por eso decimos que cada arado trae su software incorporado, donde la tecnología simplemente ayuda a la mejor cosecha, a programar épocas adecuadas para sembrar, a estudiar la profundidad del surco, la cantidad de tierra a remover, la fuerza a emplear o los tiempos en que esto se realice. Sin olvidar -en economías avanzadas- el arado movido por robots, el cual, a pesar de todo permanece como instrumento de labranza y hace lo mismo que el prehistórico por mucha técnica que lo acompañe. Es la capacidad de quien lo opere la realmente importante.

Y si aporta a una herramienta de diez mil años de antigüedad seguramente lo hará con las mas jóvenes. Y con nuestro cerebro, mas joven aún.

Si el arado llegó hace siglos para quedarse y le debemos desarrollo económico, social y cultural, al software -cual extraordinario soporte de nuestra realidad- también adeudaremos. Cuestión de buscar equilibrios y apreciar qué tanto podemos aprovecharle.

Protegerá nuestro futuro.