La Iniciativa

Dentro de las cualidades personales que destacan al ser humano por sobre sus congéneres se encuentra aquella capacidad de ir adelante, pensar primero y entusiasmarse con lo nuevo o desconocido, que llamamos iniciativa. Y enfatizamos el término humano por encima de empresario o ejecutivo, dado que trasciende el ámbito de los negocios y se ubica en la personalidad integral.

En tal sentido, pesa igual si la aplicamos a ingenieros, arquitectos, administradores, economistas, sicólogos, abogados, políticos, banqueros, médicos o cualquier profesión liberal. Lo mismo ocurre si nos referimos a personas sin estudios universitarios como podrían ser asistentes, empleados de oficios varios, vendedores ambulantes, tenderos, mensajeros, jornaleros agrícolas, peones de ganado, operarios de plantas industriales o desempleados. A todos cabe; a quienquiera sirve y potencia.

Adentrándonos en sus raíces, es el motor interno que unos sujetos tienen y de la cual muchos carecen que permite actuar de inmediato, ser líder de la manada (aunque fuere momentáneo), un señalador de senderos. Cuestión distinta será si tales caminos resultaren adecuados.

Una de sus características es que se incuba en etapas tempranas de la existencia (la tierna infancia) y su comprensión no exenta de complejidades e interrogantes: ¿por qué si no, en dos hermanos gemelos o mellizos uno la desarrolla mas que el otro? ¿por qué se dá, tanto en individuos que crecen aislados o solos como en aquellos sometidos a grupos interdependientes? ¿qué la hace misteriosa? ¿está ligada a ambientes económicos, sociales y culturales? Mejores las preguntas que las respuestas.

Indudablemente, la motivación de levantar primero la mano -intelectual o físicamente, sea en términos figurados o literales- se relaciona con la sensibilidad de cada uno, rapidez de respuesta, conexiones cerebrales, inteligencia, posibilidad de vislumbrar algo por encima de la media, diferentes niveles de energía física o mental, ambiente social, de trabajo o crisis y presiones del individuo.

Y hablando de ambiente, tan importante es el mismo como la respuesta que el sujeto le dé. Volvemos al punto que unos reaccionan positivamente y otros no tanto. Pocos se mueven mientras la mayoría espera. Aquellos vislumbran salidas; sus aliados, no. Estos empiezan cualquier tarea y los compañeros permanecen estáticos. Los ejemplos sobran pues los vemos día a día fuese en el gran empresario o el jardinero del parque infantil.

De otra parte, los estudiosos del comportamiento (sicólogos, sociólogos, siquiatras, comunicadores) no terminan de ponerse de acuerdo en pautas, explicaciones, orígenes, causas y consecuencias. Al ser tan complejo es arduo establecer patrones rígidos o comentarios superficiales. Tan exótica como el liderazgo -y uno de sus aliados- al punto que solemos expresar sin temor a equívocos que no existe liderazgo sin iniciativa mas puede haber sujetos con unas muy buenas que no desplieguen don de mando. La razón: el liderazgo la implica mas requiere de cualidades adicionales (carácter, presencia de ánimo, control, visión, automotivación, valor personal) que no todos poseen o adquieren.

En ocasiones, la iniciativa cuando luce aparente esconde falencias que el sujeto procura disimular. Acontece cuando alguien actúa en exceso, se interesa por todo, ofrece explicaciones no pedidas sobre lo divino y humano y viene de regreso de cuanto se conceptúe o exprese. Aquí podríamos estar en presencia de individuos básicamente inseguros, sin norte, que posen de líderes sin serlo o que ¨vendan¨ ideas novedosas que en realidad no lo sean. Mas parecido al bufón que al visionario.

Punto interesante es la consecuencia de la iniciativa. Convengamos que no siempre tenerla es sinónimo de éxito. Ocurre cuando impulsivamente actuamos sin medir sus efectos con resultados a veces peores que si no hiciésemos nada. Por lo que inferimos que las válidas son aquellas con mínimo grado de acierto, las cuales resisten el análisis con la perspectiva que da el tiempo.

Empero a veces nos impresionamos, como cuando solucionamos un problema al no actuar y -adrede- soportamos momentos difíciles sin mover un músculo o musitar palabra. La iniciativa aquí consiste en no aportar ninguna y tener la claridad mental de no alterar los hechos.Todo líder que ha soportado varias crisis comprende el alcance de estos conceptos.

Como con cualquier brioso corcel, a la cualidad hay que aprender a domesticarla y en ciertos casos la mesura o el refreno es lo que otorga la victoria. Penetramos aquí en los terrenos de la estrategia, tema de otro escrito. Tener buena iniciativa es atributo admirable, regalo de los dioses; pasar por inprudente al aportarla sin sentido asunto distinto.

Equilibrio y reflexión serán la norma para el número adecuado de iniciativas ganadoras en nuestro diario vivir.