¿Somos Idiotas Útiles?

Muchos son los amigos a quienes profesamos respeto intelectual, admiración y reconocimiento por sus innegables dotes, sabiduría, liderazgo y logros.
Por ello, nos impacta sobremanera cuando recibimos de parte suya, mensajes electrónicos invitándonos una y otra vez a participar en cuanto correo reciben sobre premios, regalos y fortunas que...(sic) algún millonario electrónico ha destinado para la humanidad previo el lleno de cuestionarios, a cambio de los cuales obtendremos dádivas en efectivo o especie y un sinnúmero de gratificaciones caídas del cielo y básicamente por nuestra linda cara.
Por ello -y hasta donde la capacidad investigativa permite- preferimos analizar los argumentos que llevan a nuestros contactos a creerlo a pié juntillas; y desde tal orilla deducir lo siguiente:
En primer lugar, reconocemos la calidad informativa y sugerente de los mensajes que les llegan, muy bien redactados por cierto, con frases impresionantes, ejemplos abrumadores, sencillez en la forma y manejo del fondo, breves, narrando historias creíbles, invitando a la acción inmediata (so pena de quedarse por fuera de la fiesta) y en fin, pasando las pruebas que cualquier analista de mercado envidiaría, acerca del cómo escribir misivas motivadoras, poderosas y efectivas. Tanto, que esos ¨escritores-fantasma¨ tendrían puesto asegurado en el mundo empresarial, el publicitario y el de medios solo que no les interesa.
En segundo, el capturar la atención de personas que están muchísimo tiempo concentradas frente a un monitor de manera desprevenida y que cuando reciben el mensaje lo primero que conjeturan es: ¿y si fuese cierto? Aquí la sana ambición, el querer ganar algunos dólares sin hacer nada (en realidad sí lo hacen mas no en su provecho), la facilidad con que se completa un formulario o el reenvío a los quinientos y tantos contactos hacen que la marea informativa ascienda. Porque otro tanto hará el recipiente del e-mail.
Como tercero, las anécdotas que el amigo ha escuchado de otros que recibieron algo (uno entre un millón), pero que dan fuerza al rumor y hacen carrera como si todos y cada uno lo pudiesen conseguir. Olvidan que para pescar un cardúmen, hay que arrojar un anzuelo con estupenda carnada que un pez en concreto recibirá.
Detrás de todo el alboroto se encuentran verdaderas máquinas de mercadeo, desde la de fraudes electrónicos (con increíble facilidad, suministramos datos personales, direcciones, números celulares y a veces cuentas bancarias, cuando no passwords), pasando por nuestra identidad general -serán luego vendidos a grandes empresas de bases de datos, engrosando la lista de soldados para el reino del mercado-, hasta la de hackers quienes ¨requieren¨ engrosar sus listados de futuras víctimas a los que se habrá de llegar aunque no fuere hoy. Ellos se toman todo su tiempo dado que el rehén está asegurado.

¿Sabía Ud que cada computador, laptop o smartphone tiene un número único de rastreo y ubicación (totalmente legal), el cual puede llegar a manos del hacker si su computador resultase muy inquieto? ni siquiera tendría que darle sus contraseñas. Las averiguará cuando convenga; a fin de cuentas algún día Ud. las escribirá y él estará al acecho.
Y qué decir de los virus informáticos, cuya mejor manera de difundir es mediante correos no deseados, los spam y reenvíos de cibernautas de indudable buena fé pero que no saben con qué tipo de elementos lidian. Porque basta redirigir un solo correo infectado para acabar con toda una cadena -¿han notado que todos los anunciantes de virus, dicen haber captado la noticia en CNN la noche anterior? ni siquiera le dan a la competencia la posibilidad de descubrirlos. No obstante, jamás hemos escuchado o leído una sola línea en CNN al respecto, que no fuere conocida al tiempo por los demás medios.
Una estadística (aterradora) de las principales empresas de investigaciones de Internet (Gartner Group. Ziff Davis Publishing, Juniper Corp), así como las de consultoría a nivel mundial (McKinsey & Company, Accenture Consulting, Booz & Allen, Price Waterhouse Coopers), están de acuerdo en lo que sigue:
Un tercio de toda la información que se almacena en internet es auténtica basura; el segundo tercio, publicaciones no transcendentales, superfluas, frívolas, chismes, erotismo artístico, humor, farándula y comentarios sin valor alguno, afortunadamente inofensivas: y solo el tercero realmente aporta a la Red en todas sus modalidades (científicas, empresariales, sociales, médicas, políticas, económicas, educativas, mediáticas). El cibernauta deberá ubicarse en cual de los tercios contribuye puesto que hablamos de trillones y trillones de informaciones.
P​or último, diríamos que en todo el engranaje ​virtual se encuentran​, de un lado hackers ​y mercaderes dispuestos a todo y ​por la otra, ingenuos que nada saben de lo que ​hay preparado. Es la inteligencia puesta al servicio de fines ​mercantilistas en un caso o deshonestos ​en otro, enfrentada a cerebros​ capaces pero desprevenidos y hasta cierto punto pasivos​ que laboran o se entretienen a espaldas de la realidad.

El mundo del internet es un ​espejo de​ la vida con las mismas virtudes y vicios que vemos a diario. En ​el Cyberespacio hay crimen, mensajes errados, inexactitudes, informaciones amañadas, calumnias, investigaciones serias, genialidades para lo bueno y lo malo, ​fraudes, juegos, diversiones, pornografía, ​pedofilia, abusos, belleza, crueldad, maldad​, bondad. Todo en uno y por ello mejor visitar sitios con ojos abiertos.​ Es cuestión de filtrar en detalle pero válido únicamente si lo convertimos en hábito.
De manera que la recomendación para los amigos bien intencionados salta a la vista. Evitemos engrosar el ejército de los idiotas útiles pues con ellos fortalecemos los hackers o los vendedores de bases de datos privados, los propulsores de virus o los maleantes. Empero, sabemos que mas de un amigo a quien hemos ofrecido desprevenidamente estos consejos lo siguen haciendo, porque la mezcla de hipnotismo con la fascinación que produce el mundo informático es invencible para determinados seres humanos. Nada que hacer.
Si nos descuidamos, paulatinamente podríamos convertirnos en quienes buscando fortuna propia resultemos ayudando a acrecentar la ajena, simplemente haciendo clic.
Ramiro Henriquez