De Cuellos y Botellas

Entre los lejanos recuerdos de nuestros mentores al inicio de la vida profesional, se encuentra el de aquellos supervisores de plantas industriales adonde llegábamos a experimentar nuestros recién adquiridos conocimientos teóricos y como todo joven atrevido, convencidos  que para reformar el mundo bastaba y sobraba un diploma debajo del brazo.

Los consejos de esos jefes de sección versaban sobre lo divino y lo humano, en particular enfatizando tareas asignadas y el estudio de cada una. Recordamos las extensas pero hipnóticas charlas con hombres curtidos del sol y del aceite de sus viejas máquinas. Para ese entonces, lo que mas los acercaba al mundo de la Informática eran sus controles manuales en cada jornada. Y a pesar de todo, qué mar de experiencias eran.

Uno de esos recuerdos memorables ocurría, cuando periódicamente traían a colación el tema de los cuellos de botella en sus operaciónes, asunto hacia el que mostraban el mismo pavor que causan los espantos de las casas embrujadas.

Años mas tarde, luego de sumados y restados tanto éxitos como fracasos, fue que vinimos a conocer en profundidad los estudios de Eliyahu M. Goldratt sobre aquellos impases y comprender en toda su dimensión lo que nos recomendaban "los lobos de mar".

Goldratt, Físico de profesión, desarrolló una extensa y completa teoría sobre los atrasos e ineficiencias en producción industrial pero que no tardó en extrapolarlo (derivarlo) a la mayoría de actividades humanas. Recientemente fallecido, legó a las futuras generaciones una valiosa investigación a través de libros y experimentos de su instituto Goldratt en Israel, de donde era oriundo.

Estupendo escritor, dueño de agradable prosa (inusual en un Físico, acostumbrado a fórmulas, datos, experimentos, estadísticas y números), el israelí es autor del best seller "La Meta", novela en la cual narra la vida de un pueblo que orbita alrededor de una planta industrial y el drama por los cuellos de botella -verdaderos protagonistas- que están a punto de llevarlos al colapso. Recomendamos su interesante lectura.

Una de las máximas de Goldratt, la cual hizo carrera en los terrenos de la productividad fue la de "una empresa es tan eficiente como su mayor cuello de botella"

De otra parte, consideramos que sus investigaciones se replican a otros campos de la administración de las empresas y situaciones rutinarias de la vida. Examinemos:

En las ventas (un equipo de vendedores es tan bueno como la persona que los coordina, porque irán al ritmo que ella imponga, fuere en lo humano o lo técnico); en los grupos de trabajo (la entrega del informe la determina el miembro del equipo menos capaz, lento o desorganizado); en los deportes de conjunto (el tiempo del grupo lo delimita el mas torpe o menos diestro); en la puntuación de un curso universitario (la nota promedio la precisa el miembro peor calificado); en la logística de una transportadora (la establece la eficacia de quien emita las órdenes); en un espectáculo artístico (los flujos de asistentes pasan por los momentos clave de entrada y salida, que a su vez dependen del criterio de alguien; y así con lo demás.

Para Goldracht (nos identificamos) cada vez que mejoramos algún componente del proceso, por pequeño que fuere, estaremos contribuyendo grandemente a la productividad total o a su resultado final, cualquiera el factor de medición. Esto se acerca (aunque no es igual) al concepto japonés del mejoramiento continuo (el afamado método Kaizen).

Ely, divide un cuello de botella típico en varias fases: a) encontrar el núcleo del cuello b) descomponerlo en las partes que fueren necesarias c) arreglar cada una de las mas pequeñas d) controlar el resultado e) ser consciente que el reparar un cuello podría conducir a uno nuevo f) investigar el siguiente y g) repetir el proceso.

Aunque en teoría las respuestas luzcan obvias, en la practica no suele ser lo mismo ya que en muchas ocasiones los factores humanos interfieren o sirven de excusa para preferir la otra solución. En ciertos mas, podría ser asunto de egos al defender tercamente decisiones anteriores -equivocadas tantas veces- para mantener un status quo u ostentar un poder por demás conveniente.

Al aceptar la inevitabilidad de la "Teoría de las Restricciones" -es su elegante y científico nombre- estaremos mejor dotados no solo para liderar procesos sino aprender a manejar conflictos y crisis de todo orden, con alta probabilidad de éxito.

Ramiro Henriquez