Liderazgo Ante La Tecnología

No existe en el mundo empresarial ni en las organizaciones humanas, un concepto mas estudiado que el del liderazgo, desde aquel que afecta a unos pocos como el que dirige pueblos, conquista territorios, organiza tribus, enfrenta grupos de obreros ante patronos, gerencia empresas, coordina encuentros políticos, encara hechos deportivos o saca adelante situaciones críticas.

Es el liderazgo una de las grandes fuerzas de la humanidad y no importan los años que pasen o las situaciones que se presenten siempre será un tema vigente. De aquí que en cualquier momento de la evolución ha sido centro de discusión, análisis y estudio.

Ahora bien, en los tiempos que corren, ¿dónde queda el liderazgo cuando se compara con ésta revolución tecnológica, la cual parecería llevarse por delante absolutamente todo lo que encuentra? Cual debería ser la actitud del líder ante el desafío? ¿cambiará el liderazgo por las modificaciones que a su vez nos deja la tecnología?

Interesantes propuestas, variadas respuestas.

En primer lugar, la esencia del liderazgo nunca cambiará, por fuertes y grandes que fueren los vientos llámense tecnológicos o humanos. El líder, por naturaleza, es uno de los seres humanos más adaptables y flexibles, dotado para los cambios en cualquier medida. Precisamente por ser cabeza visible de grupos es quien primero lo avizora para de este modo socorrer a los demás.

Como segundo, uno de los pilares del liderazgo es la capacidad del dirigente de aprender para luego enseñar y con respecto a la tecnología es igualmente válido. Así como es de complejo el proceso del cambio tecnológico, en igual forma medirá la real capacidad del líder para asumir nuevas tareas. Y una vez ubicado podrá orientar seguidores. Pero si el aprender le es difícil -por la misma estructura del aparato tecnológico- tendrá como aliada su capacidad para conformar alianzas, escoger los mejores para que le ayuden, aglutinar grupos de trabajo con mejores conocimientos que los suyos; saberse asesorar de técnicos o conseguirlos con habilidades complementarias para luego conducirlos.

En tercer orden, deberá tomar las máximas precauciones para que los procesos de cambio no se salgan de control y aquí será donde se hará notar puesto que si falla, su liderazgo se irá por la borda pero si triunfa saldrá fortalecido y con mayor respeto de los demás. Es donde la paciencia (para enseñar), jugará papel tan importante como la humildad intelectual (para aprender), la capacidad de trabajar en equipo (para sentirse a gusto con personas técnicamente avanzadas); la persistencia (para romper paradigmas y viejos hábitos en los dirigidos); y obviamente el valor ( para ensayar cosas nuevas y enfrentar enemigos de la idea).

Observamos por esto, que lo que siempre ha servido al líder continuará a su servicio ya que el liderazgo afinca sus raíces en la historia pero los instrumentos que trae el progreso (basta leer la historia de la tecnología, en donde siempre ha habido líderes y precursores), pondrán a prueba lo mejor de sí mismo. Al conseguirlo para otros lo adquiere para sí, emergiendo más sólido de lo que entra una vez iniciado el proceso de cambio.

Será ese instante de reflexión entre lo conseguido y lo pendiente donde el líder sopesará si ha ganado o perdido la partida y sabrá -de primera mano- si existen caminos de progreso donde poner a prueba su talento y condiciones excepcionales con que la diosa fortuna le ha dotado.

Y no será necesaria una extensa búsqueda ya que sus seguidores se lo harán saber, bien fuere por alabanzas y reconocimientos bien porque vuelvan la espalda y sigan a otro. Son las únicas vías de un camino tan escabroso como es el de dirigir hombres.

Ramiro Henriquez
Miami Florida.