¿Desaparecerán los Deportistas?

El encabezado luce atrevido y da pié para que contradictores nos lancen rayos y centellas. Podría ser; pero también podría no. Para debatirlo, aceptemos como hecho irrebatible que el número de deportistas en el mundo (en valores absolutos) se incrementa día a día. Sin embargo, en cifras relativas cabe otra lectura.

Entre los argumentos que en principio refuerzan lo relativo, se encuentran que cada vez mas científicos, médicos, genetistas, nutricionistas, directores deportivos, periodistas especializados y generalistas, hombres de radio y TV, editorialistas o columnistas, manifiestan inquietud por la obesidad mundial. El último dato, en verdad aterrador: las personas con sobrepeso se acercan a los mil millones, infinidad de ellos demasiado jóvenes.

Y en la gente joven centramos el debate. A fin de cuentas la población adulta, madura o de la tercera edad tiende al sedentarismo, craso error de su parte pero entendible por mayores trabajos, rutinas empresariales, compromisos sociales o de negocios, hijos o padres a quien cuidar o problemas de salud. Pero el joven, con mucho tiempo libre lo derrocha en la acaparadora vorágine tecnológica.

Y si éste adolescente pasa un tiempo excesivo, casi fusionado con su respectivo aparato tecnológico es obvio que carezca de lapsos para ejercitarse. No olvidemos que deberá seguir estudiando sea en el colegio o la Universidad.

¿Que el planteamiento exagera? Vamos por partes:

El día tiene 24 horas, ocho de ellas para dormir en especial si se es joven; tres para comer; seis para estudiar en el aula de clases; dos para transportarse. Eso suma diez y nueve (19) horas. Las cinco restantes se dividen entre tareas o estudios asignados, redes sociales, comunicaciones electrónicas de todo tipo, reuniones sociales con amigos, novio(a)s, fiestas, entretenimiento, música, vídeos; e intercambio de correos sin duda importantes.

Podría aducirse que los fines de semana y festivos el horario cambiase y lo aceptamos. Pero se equilibra con lo axiomático de que los jóvenes duermen más horas, sus fiestas son interminables y sus cenas extensísimas. El promedio emparejaría un horario con otro.

Entonces ¿cuantas horas quedan para deportes de pista y campo?

En el análisis, necesariamente debemos excluir al deportista de alto rendimiento o de élite, pues él o ella saben que deberán sacrificar horas libres si quieren cosechar triunfos. Eso no lo cambiará el más avanzado smartphone, la computadora del año o la poderosa banda ancha. Su sed de ganar derrotará lo que sea.

Otra excepción serán aquellas personas que por décadas han practicado deportes y quienes lo continúan haciendo en menor escala por mantenimiento, salud, hábito, liberación de estrés o todas juntas. A ellos tampoco los avasallarán estos tiempos de la técnica.

Reflexionando lo que ocurre en el mundo deportivo, es pertinente citar que la Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, ha creado un videojuego (FIFA-2014) para que los jóvenes lo practiquen en laptops, smartphones, tabletas y computadores sin salir de casa. Ni una palabra sobre deporte al aire libre. Bienvenido el afán de lucro; bien ida la salud juvenil tanto mental como física.

De otra parte, entidades como la misma FIFA se interesan en el aficionado para que asista al estadio, compre camisetas, se haga socio de su club, adquiera souvenirs del equipo favorito aunque no lo aliente a practicar deporte alguno salvo en teoría. Mientras la máquina registradora marque el ingreso en dólares por la vía de accesorios lo demás será secundario. Diferencia al fanático del deportista. Este, consume menos y se sacrifica mas.

Pero hay más inquietudes. Prácticamente cada empresa de tecnología ha adoptado el lema de, "para divertirte no tienes que salir de casa; mucho menos de internet" y proliferan los Wii, xBox, apps de deportes o juegos, simuladores, competencias en la Red, poker online -publicitado entre otras por estrellas deportivas-.

Empero no todo es color de rosa. Que hablen los índices:

Primero, el listado de obesos del mundo lo encabeza Estados Unidos con el treinta por ciento (30%) mientras que por comparación Corea del Sur es del tres (3%) por ciento. Ambos países con economías sólidas pero diferentes culturas. El coreano tiene desde pequeño un profundo respeto por la interrelación mente-cuerpo, diametralmente opuesta al gringo. Paradójicamente es en Norteamérica donde se encuentra el más avanzado desarrollo tecnológico.

De contera, en Latinoamérica Chile presenta un mal índice de obesidad; pero el mejor en educación y tecnología.

Segundo indicador: todas las estadísticas universales de sobrepeso se dispararon a partir de 1.980, fecha coincidente con la explosión de Internet, celulares, PCs, laptops, tabletas y la banda ancha.

Un tercero: el número de horas diarias que las personas (en particular los menores de 35 años) dedican a cualquier pantalla o tipo de monitor -grande, pequeño o miniatura- no ha hecho sino aumentar más que proporcionalmente desde 1985 al día de hoy.

El cuarto: La obesidad produce más muertes al año que el publicitado tabaquismo. Y el 60% de la población universal no llega a los 150 minutos de actividad física semanal que evitaría la obesidad (Revista médica "The Lancet").

La correlación con menos horas dedicadas a deportes al aire libre es evidente. Y angustia.

Citando a la antropóloga argentina Patricia Aguirre -consultora de la FAO, UNICEF, OPS, OMS- "El total de energía gastada por kilo de masa corporal de un estadounidense promedio, es hoy 65% del de un hombre del paleolítico; y si bien hay cambios profundos en los patrones alimenticios el peor de todos los problemas es el sedentarismo".

Concluyendo, no es igual casi haber nacido jugando -con cual deporte, poco importa- y después asumir maravillas tecnológicas que haberlo carecido de infancia. Si el bebé -independiente del estrato socioeconómico- usualmente se interesa en cualquier cosa que brille, con mas razón lo hará con figuras que se mueven dentro de una cajita luminosa o aparatos que pueda controlar con sus manitas. Esfuerzo, cero; atención 100%.

No sería raro que mas adelante en su joven vida le parezca que los sacrificios que implica aprender a jugar a pleno sol sean agotadores y excesivos. De ahí a descartarlos hay un paso.

Padres y adultos, a interesarse. No es solo el placer que implica jugar; es el sentido de pertenencia que produce un grupo; el compartir; el luchar por metas comunes; el argumentar, el mandar u obedecer; el frustrarse a ratos; el pelearse con los amigos; el sufrir un poco. Todo en aras de un logro que moldeará mañana su vida profesional. Y lo fundamental: de las pocas cosas imposibles de encontrar en Internet.

Tengan en cuenta, que dentro de un ratico será tarde.