El Genio no Tiene Patria

Acostumbrados como estamos a múltiples formas de discriminación -fuere por raza, credo, religión, sexo o ideario político- somos en ocasiones señalados o marginados (cuando no posamos de acusadores), dependiendo de la orilla en la cual nos situemos. Ha sido la constante histórica.
De otra parte, aquella subvaloración de unos hacia otros cambia según el interés, estatus, poder político o social. Para los de clase social superior (o que ellos mismos se consideren) los demás son de menor rango; para deportistas de alto rendimiento, quienes no logran sus marcas no pertenecen al club; para los políticos (senadores, representantes, diplomáticos, ministros) el resto del pueblo es visto muchas veces como clase aparte; para los intelectuales, otro tanto. Evitando generalizar (sería el gran pecado), parece que alinear seres humanos en bloques de confrontación estuviere en la síquis del homo sapiens, aunque suene absurdo.
Pero existen formas mas sutiles con las cuales hacerlo. Pensemos en lo que ocurre en los vericuetos de la mente, eso tan misterioso que llamamos cerebro. Aqui, las diferencias son complejas y no es fácil separar límites entre individuos. Pero otras variantes de discriminación aparecen y lo vemos en tésis erradas que hacen carrera, como "si tiene acceso a colegios o universidades prestigiosas deberá ser un ejecutivo capaz" o, "si es hijo de fulano debe ser inteligente"", o, "si ha estudiado en tal país esperemos lo mejor", o, "no confiemos en que llegará a nada porque es musulmán, negro, gay o pobre".
La genialidad, esa característica tan sui-generis de unos pocos, es de los interrogantes profundos, difíciles de comprender para el lego, con mil respuestas posibles, objeto de infinidad de análisis a través del tiempo y que nunca alcanza a ser asimilado por completo. No solo en cuanto a formación, características, causalidades, genes (¿se nace o se hace genio?) y su fortalecimiento, léase estudios.
En ese orden, a diario vemos irrumpir genialidades en lugares inhóspitos, condiciones económicas o sociales adversas, junto a situaciones inimaginables, en áreas discímiles, en profesiones prestigiosas o con ninguna, al interior de poblaciones humildes pero al igual en las opulentas, entre numerosos hermanos o hijos únicos.
Recordando personajes y los lugares donde nacieron y vivieron el impacto es grande.
Enmanuel Kant, filósofo alemán quien con sus planteamientos marcó al mundo, jamás salió de su pequeño pueblo de 1.000 habitantes (se nos aconseja que para entender la vida tengamos mundo y conozcamos cientos de lugares); René Descartes, genio francés, quien aprendió solo y desarrolló la geometría en el piso de su cuarto, encerrado por su padre quien quería fuese músico y no filósofo-matemático (se nos sugiere que la educación formal abre el intelecto); Leonardo da Vinci, italiano, todo lo asimiló por observación y deducción, jamas fue a la escuela (consejo para nosotros: estudia en colegios y universidades, ojalá prestigiosas, para que te vaya bien); Ludwig van Beethoveen, portento alemán, creó sordo sus mejores obras musicales (consejo de hoy: educa tu oído musical y serás grande); Isaac Newton, matemático, filósofo e inventor inglés. Huérfano, depresivo, paranoico, de pocos amigos, estudió prácticamente aislado del resto y descubrió la teoría de la gravitación universal. Se disputa con Leonardo ser la mente mas brillante que jamás ha existido (consejo en casa: llévatela bien con todos, que irá a tu favor); ¿y Galileo Galilei?, científico, músico y pintor italiano, quien demostró que la Tierra giraba alrededor del Sol, no viceversa (consejo práctico: especialízate en un solo oficio para que lo domines).
Si estos son historia antigua, ¿que pasa con los de hoy día? se publican sus hazañas en cuanto periódico, revista, video o programa de televisión es dable observar. Para no fatigar al lector, baste invitarlo a que los estudie. Todos (hombres y mujeres), con patrones de conducta y origenes mas parecidos que diferentes.
Examinando sus logros, los genios parecen ir a contravía de la historia quizás para impulsarla. No solo por la variadísima manera en que aprenden, se desarrollan, crean y culminan sus realizaciones sino por su lugar de procedencia y ambiente. Asi como la sicología moderna se ha puesto de acuerdo en las siete clases de inteligencias (lógico-matemática, linguística, musical, espacial, cinestésica, emocional, interpersonal), asi también está probada la imposibilidad de ubicar la procedencia genial. Los iluminados han aparecido (tal como suena; nos llegan de pronto) en cualquier barrio pobre o rico de ciudad grande o pequeña; de la clase social que fuere, de todo tipo de posición económica; hijos de padres divorciados o casados, huérfanos, abandonados o de matrimonios estables; con estudios o sin ellos; rechazados o aceptados; ricos y pobres, de cualquier raza y orientación.
Otra falacia es que haya pueblos -se autodesignan- predestinados a producir genios. Si bien es cierto que el ambiente influye no es verdad absoluta. Una cosa es que el promedio de una población o grupo homogéneo tenga alto nivel intelectual y otra que dicha sociedad produzca genios por ósmosis, en detrimento de quienes no sean, piensen o hayan sido formados como ellos. El mundo se lo demostró a Hitler en la alemania nazi, cuando la supuesta superioridad de la raza aria quedó hecha añicos; o la de los grandes imperios hoy parcialmente olvidados si no fuere por los monumentos que dejaron y por los genios que los defendieron.
De manera que se aleja de la realidad subvalorar grupos por posición geográfica, desarrollo económico, característica física, mentalidad o corriente filosófica o religiosa. La historia se ha encargado de señalar el equívoco y lo seguirá haciendo. Porque el genio, como la inteligencia, no tienen patria ni frontera.
Si lo pensamos con mesura, tampoco la requieren demasiado ya que ellos -en su fuero interno- saben que no pisan ningún suelo. Levitan.
Ramiro Henriquez
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